miércoles, 8 de mayo de 2013

Seis meses de pan

He de aprovechar el tiempo. No tengo demasiado hasta que tú decidas despertar y comiences a dar grititos y llamar mi atención y , asi, juntos,yo sin poder escribir y tú riendo esperemos a que  tu madre , mi Rizos, llegue de trabajar o vayamos en su busca. Nos encanta ir a por ella al trabajo. A ti sobre todo, ella te hace reir desde que la hueles. Hoy más. Hoy iremos con más ganas al encuentro de su sonrisa. Hoy cumples seis meses y lo celebreremos como te  mereces, riendo.

La casualidad ( no es un nuevo libro de Kundera) es lo que ronda mi cabeza. Te lo he contado y te lo contaré mil veces más.Ttu madre estaba cerca, muy cerca, casi al lado. La casualidad hizo que nos dieramos un día el uno con el otro. Esa misma suerte hizo que una noche de invierno Perriperríi llegara a casa y que casi al mismo tiempo nos enteraramos de que pronto vendrías tú. Ni otra perra, ni otra niña. Tú y Cora. Mi vida ( y la de muchos otros) se ha ido construyendo por casualidades y , hoy , cuando tú cumples seis meses, se han dado varias. 

 Fui al mercado al que solemos ir los tres ( a Cora no le dejan entrar, ellos lo pierden). Es un sitio feo como la mayoría de mercados de las afueras de cualquier ciudad. La guinda de la fealdad la pone un a especie de polígono repleto de talleres de chapa y pintura para automóviles. Una mezcla de casualidad y despiste hacen que acaben ahi coches de lo más bonito y  lo más feo . Mientras pienso en la casualidad me adentro en el polígono. Pienso en esta entrada del blog. Pienso que hace tiempo que lo tengo abandonado. Le doy vueltas a las señales de Stop. Nunca están puestas por casualidad. Que esos coches estén ahí es fruto del despiste ajeno o propio. Mientras pienso en todo esto me da por acordarme de Thomas Bernhard y su Maestros Antiguos. Y me rio pensando que puedo acabar escribiendo una entrada como él. No quiero. O puede que si pero siempre con tu sonrisa de fondo  no con s tristeza. Lo llamo tristeza pero se que lo de Bernhard no es tristeza. De repente me doy cuenta. Cuatro vueltas al polígono. Una mochila cargada y dos bolsas de pañales. Uno  chico  me deja pasar por su taller mientras yo maldigo los polígonos industriales y la literatura austriaca. Otra vuelta más y consigo salir. Pasear con carro ,mochila y bolsa de pañales es difícil. Si a eso añades que quieres ponerte a escribir cuando llegues a casa es casi imposible. Cruzándose el austríaco por la cabeza apaga y vamonos.

La casualidad quiso que ayer con suero de leche en mi poder yo tuviera material para hacer esto que salió hoy del horno, precisamente cuando tú cumples seis meses. Los seis meses más bonitos de nnuestras vidas.

 Yo lo llamo Heartbread. Por supuesto en inglés porque suena menos cursi que en castellano. La receta es muy sencilla. Yo utilicé 300 g de suero de leche recién regalado,500 g de mezclas de harinas,  200 g de masa madre de centeno, 50 g de miel, 9 g de sal y 50 g de mantequilla. Mezclé todo bien excepto una porción de harina de 200g que utilice para deshacer en ella la mantequilla. Uni al cabo de media hora las dos masas resultantes y formé una bola. Amasados cortos. Nevera por una noche. Y formado. Justo cuando lo fui a meter en una especie de cocotte que me he agenciado le metí dos cortes. Atención este es el ingrediente fundamental. Los dos cortes. Han de ser precisos y rápidos pero fundamentalmente hay que darlos desde el alma. Yo lo hice pensando en ti, en tu madre, en mi vida, la que tengo ahora. La única imaginable. Curiosamente greño en corazón...








Notas a la entrada: dicen las historias que rodean este pan ( historias todas en mi poder) que si no cortas desde dentro el pan se desinfla pero también cuentan otras que hubo panes que greñaron en forma de árbol, incluso otros contenian océanos en su miga. No lo se a ciencia cierta pero eso cuentan las historias sobre tu pan de los seis meses...